PREPARACIÓN PARA LA ACCIÓN
Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil.
Buda
Buda
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha tratado de revelar sus secretos en forma de clave para que, aquél que los leyese en el futuro, los pudiera entender, pero la cuestión es descifrar los códigos utilizados.
Comienzo de esta manera este escrito, no para hablar de los códigos como tales, sino del trabajo que realiza el llamado masón en sí mismo ayudado de ciertas herramientas para la obtención del conocimiento codificado, y así trabajarse a uno mismo. Pero una pregunta viene a mi mente. ¿Cuál es el objetivo de trabajarse a sí mismo, de dominar vicios y desarrollar virtudes? Es más, ¿Qué es trabajar? Creo que es transformar nuestro alrededor o elaborar un en-torno más adecuado para nuestro bien-estar. Ahora, ¿qué gano al hacer ésto? La respuesta es la satisfacción por lo hecho mientras se hace y en el momento preciso. Y hay tres cosas que no debo olvidar que existen: Sabiduría, Fuerza y Belleza. Tres conceptos representados por las Tres Luces del Templo.
Fuerza: Virtud y eficacia natural que las cosas tienen en sí.
Belleza: Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas.
Sabiduría: Grado más alto del conocimiento. Conducta prudente en la vida o en los negocios.
Pero, ¿de qué sirven estos tres conceptos si no me dejo llevar por la preocupación y el estrés que causa el dilema de hacer o no hacer, o de hago esto o hago aquello? Es por ésto que viene una preparación, unos preliminares donde debo ordenarme por dentro para darle paso a la atención, y con ésta se liga el presente, es decir, debo ordenarme para enfocarme en el aquí y en el ahora, esto es, el presente, ya que es lo único que existe. El pasado fue presenta pero ya no más; el futuro aún no existe, está por venir, pero creo que depende de lo que haga en el presente. Sólo viviendo en este presente voy a estar donde debo estar, en mi respectivo lugar con todo lo que necesito para comenzar a trabajar, pero con atención en lo que hago. Y es que la atención me separa de otros pensamientos o sentimientos que no estén relacionados con la acción presente. Algo muy importante, no es trabajar por trabajar, sino trabajar para disfrutar. Todo esto es para estar preparado para cuando la ocasión de actuar se presente, i.e., estar al orden para mantener precisamente dicho orden.
Para cierto trabajo se necesitan específicas herramientas, pues nos sirven de ayuda o de apoyo para que nuestro actuar, nuestro obrar sea más sencillo. ¿Qué pasa en ocasiones? Vemos la vida muy difícil, con obstáculos por doquier, renegamos de la naturaleza misma, como lo escribiera Séneca: ‹‹La mayor parte de los hombre se queja de la naturaleza, culpándola de que nos haya criado para edad tan corta…El tiempo que tenemos no es corto; pero perdiendo mucho de él, hacemos que lo sea, y la vida es suficientemente larga para ejecutar en ella cosas grandes, si la empleáremos bien…Lo cierto es que la vida que se nos dio no es breve; nosotros hacemos que lo sea; y que no somos pobres, sino pródigos del tiempo…¿Para qué nos quejamos de la naturaleza, pues ella se hubo con nosotros benignamente? Larga es la vida, si la sabemos aprovechar.››[1] En verdad, la vida es sencilla, no difícil como pensamos o creemos que es. La vida se complica cuando queremos que se haga nuestra voluntad, pero la vida en realidad se torna diferente, disfrutable, sencilla, cuando se hace la voluntad divina.
Debemos tener claro que la Consciencia manda el reflejo del Plan Divino a la Voluntad, pues dicho Plan es esa Luz Ilimitada que se refleja en el ﬤﬨﬧ (keter), es ese Ego superior reinante de la conciencia íntegra lo que nos pone a trabajar. Pero ese mandato no se lleva a cabo si la Consciencia no tuviera un ayudante o mensajero, la Razón, quien llega a la Voluntad para que ésta, que procura la fuerza que impulsa a la realización de la obre, ejecute el mandato. Pero hay más. La Voluntad, algo inmaterial, también necesita su mensajero, creo yo el Deseo, pues es quien llega a la fuente de las ideas, la Mente Creadora, quien ordena el mandado para su ejecución y determina el momento en que se ha de actuar o también la suspensión de ésta.
En otras palabras, la Sabiduría, reflejo de la Luz Ilimitada en el hombre, tiene a su diestra a su mensajero, la Razón, para que la Voluntad del hombre impregne de fuerza el mandado de la Sabiduría, pero recordando que ya no es la voluntad del hombre, sino la Divina. Después la Voluntad, con su mensajero a su diestra, el Deseo, que también es insistente, informa a la Mente para que trace o formule algún plan para la realización del proyecto. Así, la Sabiduría, la consciencia que manifiesta el Plan del G.·.A.·.D.·.U.·. se conecta con la Fuerza, la facultad de impulsar lo que la Consciencia ordena, y por último la conexión con la Belleza, la expresión exterior de la armonía y el orden interior de la obra realizada. Sabiduría en el discernimiento, Fuerza en la determinación y Belleza en toda acción.
Tal vez digamos que se necesita mucho tiempo para eso pero ‹‹no juzgues, pues, que alguno ha vivido mucho tiempo, por verle con canas y con arrugas, que, aunque ha estado mucho tiempo en el mundo, no ha vivido mucho.››[2] No basta el tiempo que tenemos en tal o cual actividad, sino lo que hemos hecho en esta actividad para alcanzar el éxito. ¿Qué es el éxito? En lo personal, el valor de la acción que es útil para mí tanto como para lo y los demás. O como dijera Albert Einstein: ‹‹Debe evitarse hablar a los jóvenes del éxito como si se tratase del principal objetivo en la vida. La razón más importante para trabajar en la escuela y en la vida es el placer de trabajar, el placer de su resultado y el conocimiento del valor del resultado para la comunidad.››
Trabajar por vocación, pues el Masón es un actor en este escenario llamado vida, donde solamente debe disfrutar y asombrarse por lo que hay a su alrededor, buscando la causa de su asombro, no para satisfacer ni adecuarlo todo a su razón, sino para ver la manifestación de la Divinidad, misma que debe manifestarse desde su interior. Es por eso que también ese trabajar, además de transformar o elaborar, significa hacer maleable la materia, i.e., que este denso material sea suave y fácil de manejar, adecuarlo a las características y a la belleza de la construcción que se realiza en cada momento de nuestro deambular por este plano terrenal, pues sólo así, con una materia maleable, suave, pulida, no rugosa, no con asperezas dañinas, se puede manifestar el Plan Universal de la Divinidad acompañado de un ingrediente que no se debe nunca pasar por alto: la responsabilidad. Pues, como dice un gran filósofo personalista: ‹‹La responsabilidad es el núcleo del ser humano[3], es siempre, pero ante Dios.››[4]
Responsabilidad en nuestro actuar para podernos retirar contentos y satisfechos, pero siento que ésto también implica continuar el trabajo en cada momento llamado presente. Pues así nos damos la oportunidad de seguir disfrutando como niños que somos, no en forma física, sino interna. Decimos ser adultos y maduros, pero como dice Paulo Coelho: ‹‹Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.›› ¿Así actuamos? Creo que no, y lo lamentable es que nos hacemos llamar masones. Sinceramente creo que distamos mucho de ser un Masón, porque la responsabilidad implica compromiso, y el compromiso implica actuar con puntualidad, esto es, hacer lo que debemos hacer en el instante debido. Y al hablar de compromiso se debe mencionar que está relacionado con un juramento. Pero muchos juramos setenta veces siete y la verdad es que, si no podemos con una cosa, mucho menos con dos o tres o más. Entonces me pregunto, ¿sirve de algo escuchar que debemos ser prudentes, diligentes, moderados y discretos, y que todo hombre tiene derecho a nuestros buenos oficios, y ayudar con cordialidad a la persona que necesite de nosotros? A veces nos movemos por emoción, pero estar emocionados hace que veamos lo que queremos ver, mas no lo que en realidad pasa frente a nuestros ojos. No porque estemos viviendo una situación agradable, llena de entusiasmo, y sin aprender del pasado, vamos a dar pasos hacia nuevos compromisos. Jamás hay que olvidar que debemos dudar de lo que no comprobemos por nosotros mismos, aunque personas muy cercanas a nosotros sean las que nos digan muchas cosas. Tampoco pidamos algo que será difícil cumplirlo, pero no estoy diciendo que no hay pedir, me refiero a que si pedimos es porque ahora sí vamos a ser responsables de los nuevos compromisos que adquirimos y no evadir esa responsabilidad.
QQ.·.HH.·. en verdad, y de todo corazón se los digo, vivamos el presente, estemos en el lugar donde debemos estar y mantengamos el orden para que el Plan Divino se manifieste en este plano material a través de nosotros. Preparémonos en cada momento para estar dispuestos a comenzar a trabajar, abrir trabajos, para que la obra se continúe día a día hasta terminarla. No nos emocionemos, manejemos nuestras emociones; no nos preocupemos ni estresemos, dominemos nuestras pasiones. Trabajemos con constancia y con disciplina para que no sólo seamos libres, sino también que vivamos entre libres. Sólo se cree aquello que se practica, tu verdadera religión comienza donde termina el sermón.[5] Hagamos más, callemos más.[6]
[1] Lucio Aenno Séneca , De Brevitate Vitae, 1-2
[2] Ibid., 8
[3] Carlos Díaz Hernández, Cristianismo y Personalismo, Ediciones Religión y Cultura, Buenos Aires, 2012, p. 79
[4] Ibid., p. 110
[5] Ibid., p. 94
[6] Ibid., p.93
Comienzo de esta manera este escrito, no para hablar de los códigos como tales, sino del trabajo que realiza el llamado masón en sí mismo ayudado de ciertas herramientas para la obtención del conocimiento codificado, y así trabajarse a uno mismo. Pero una pregunta viene a mi mente. ¿Cuál es el objetivo de trabajarse a sí mismo, de dominar vicios y desarrollar virtudes? Es más, ¿Qué es trabajar? Creo que es transformar nuestro alrededor o elaborar un en-torno más adecuado para nuestro bien-estar. Ahora, ¿qué gano al hacer ésto? La respuesta es la satisfacción por lo hecho mientras se hace y en el momento preciso. Y hay tres cosas que no debo olvidar que existen: Sabiduría, Fuerza y Belleza. Tres conceptos representados por las Tres Luces del Templo.
Fuerza: Virtud y eficacia natural que las cosas tienen en sí.
Belleza: Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas.
Sabiduría: Grado más alto del conocimiento. Conducta prudente en la vida o en los negocios.
Pero, ¿de qué sirven estos tres conceptos si no me dejo llevar por la preocupación y el estrés que causa el dilema de hacer o no hacer, o de hago esto o hago aquello? Es por ésto que viene una preparación, unos preliminares donde debo ordenarme por dentro para darle paso a la atención, y con ésta se liga el presente, es decir, debo ordenarme para enfocarme en el aquí y en el ahora, esto es, el presente, ya que es lo único que existe. El pasado fue presenta pero ya no más; el futuro aún no existe, está por venir, pero creo que depende de lo que haga en el presente. Sólo viviendo en este presente voy a estar donde debo estar, en mi respectivo lugar con todo lo que necesito para comenzar a trabajar, pero con atención en lo que hago. Y es que la atención me separa de otros pensamientos o sentimientos que no estén relacionados con la acción presente. Algo muy importante, no es trabajar por trabajar, sino trabajar para disfrutar. Todo esto es para estar preparado para cuando la ocasión de actuar se presente, i.e., estar al orden para mantener precisamente dicho orden.
Para cierto trabajo se necesitan específicas herramientas, pues nos sirven de ayuda o de apoyo para que nuestro actuar, nuestro obrar sea más sencillo. ¿Qué pasa en ocasiones? Vemos la vida muy difícil, con obstáculos por doquier, renegamos de la naturaleza misma, como lo escribiera Séneca: ‹‹La mayor parte de los hombre se queja de la naturaleza, culpándola de que nos haya criado para edad tan corta…El tiempo que tenemos no es corto; pero perdiendo mucho de él, hacemos que lo sea, y la vida es suficientemente larga para ejecutar en ella cosas grandes, si la empleáremos bien…Lo cierto es que la vida que se nos dio no es breve; nosotros hacemos que lo sea; y que no somos pobres, sino pródigos del tiempo…¿Para qué nos quejamos de la naturaleza, pues ella se hubo con nosotros benignamente? Larga es la vida, si la sabemos aprovechar.››[1] En verdad, la vida es sencilla, no difícil como pensamos o creemos que es. La vida se complica cuando queremos que se haga nuestra voluntad, pero la vida en realidad se torna diferente, disfrutable, sencilla, cuando se hace la voluntad divina.
Debemos tener claro que la Consciencia manda el reflejo del Plan Divino a la Voluntad, pues dicho Plan es esa Luz Ilimitada que se refleja en el ﬤﬨﬧ (keter), es ese Ego superior reinante de la conciencia íntegra lo que nos pone a trabajar. Pero ese mandato no se lleva a cabo si la Consciencia no tuviera un ayudante o mensajero, la Razón, quien llega a la Voluntad para que ésta, que procura la fuerza que impulsa a la realización de la obre, ejecute el mandato. Pero hay más. La Voluntad, algo inmaterial, también necesita su mensajero, creo yo el Deseo, pues es quien llega a la fuente de las ideas, la Mente Creadora, quien ordena el mandado para su ejecución y determina el momento en que se ha de actuar o también la suspensión de ésta.
En otras palabras, la Sabiduría, reflejo de la Luz Ilimitada en el hombre, tiene a su diestra a su mensajero, la Razón, para que la Voluntad del hombre impregne de fuerza el mandado de la Sabiduría, pero recordando que ya no es la voluntad del hombre, sino la Divina. Después la Voluntad, con su mensajero a su diestra, el Deseo, que también es insistente, informa a la Mente para que trace o formule algún plan para la realización del proyecto. Así, la Sabiduría, la consciencia que manifiesta el Plan del G.·.A.·.D.·.U.·. se conecta con la Fuerza, la facultad de impulsar lo que la Consciencia ordena, y por último la conexión con la Belleza, la expresión exterior de la armonía y el orden interior de la obra realizada. Sabiduría en el discernimiento, Fuerza en la determinación y Belleza en toda acción.
Tal vez digamos que se necesita mucho tiempo para eso pero ‹‹no juzgues, pues, que alguno ha vivido mucho tiempo, por verle con canas y con arrugas, que, aunque ha estado mucho tiempo en el mundo, no ha vivido mucho.››[2] No basta el tiempo que tenemos en tal o cual actividad, sino lo que hemos hecho en esta actividad para alcanzar el éxito. ¿Qué es el éxito? En lo personal, el valor de la acción que es útil para mí tanto como para lo y los demás. O como dijera Albert Einstein: ‹‹Debe evitarse hablar a los jóvenes del éxito como si se tratase del principal objetivo en la vida. La razón más importante para trabajar en la escuela y en la vida es el placer de trabajar, el placer de su resultado y el conocimiento del valor del resultado para la comunidad.››
Trabajar por vocación, pues el Masón es un actor en este escenario llamado vida, donde solamente debe disfrutar y asombrarse por lo que hay a su alrededor, buscando la causa de su asombro, no para satisfacer ni adecuarlo todo a su razón, sino para ver la manifestación de la Divinidad, misma que debe manifestarse desde su interior. Es por eso que también ese trabajar, además de transformar o elaborar, significa hacer maleable la materia, i.e., que este denso material sea suave y fácil de manejar, adecuarlo a las características y a la belleza de la construcción que se realiza en cada momento de nuestro deambular por este plano terrenal, pues sólo así, con una materia maleable, suave, pulida, no rugosa, no con asperezas dañinas, se puede manifestar el Plan Universal de la Divinidad acompañado de un ingrediente que no se debe nunca pasar por alto: la responsabilidad. Pues, como dice un gran filósofo personalista: ‹‹La responsabilidad es el núcleo del ser humano[3], es siempre, pero ante Dios.››[4]
Responsabilidad en nuestro actuar para podernos retirar contentos y satisfechos, pero siento que ésto también implica continuar el trabajo en cada momento llamado presente. Pues así nos damos la oportunidad de seguir disfrutando como niños que somos, no en forma física, sino interna. Decimos ser adultos y maduros, pero como dice Paulo Coelho: ‹‹Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.›› ¿Así actuamos? Creo que no, y lo lamentable es que nos hacemos llamar masones. Sinceramente creo que distamos mucho de ser un Masón, porque la responsabilidad implica compromiso, y el compromiso implica actuar con puntualidad, esto es, hacer lo que debemos hacer en el instante debido. Y al hablar de compromiso se debe mencionar que está relacionado con un juramento. Pero muchos juramos setenta veces siete y la verdad es que, si no podemos con una cosa, mucho menos con dos o tres o más. Entonces me pregunto, ¿sirve de algo escuchar que debemos ser prudentes, diligentes, moderados y discretos, y que todo hombre tiene derecho a nuestros buenos oficios, y ayudar con cordialidad a la persona que necesite de nosotros? A veces nos movemos por emoción, pero estar emocionados hace que veamos lo que queremos ver, mas no lo que en realidad pasa frente a nuestros ojos. No porque estemos viviendo una situación agradable, llena de entusiasmo, y sin aprender del pasado, vamos a dar pasos hacia nuevos compromisos. Jamás hay que olvidar que debemos dudar de lo que no comprobemos por nosotros mismos, aunque personas muy cercanas a nosotros sean las que nos digan muchas cosas. Tampoco pidamos algo que será difícil cumplirlo, pero no estoy diciendo que no hay pedir, me refiero a que si pedimos es porque ahora sí vamos a ser responsables de los nuevos compromisos que adquirimos y no evadir esa responsabilidad.
QQ.·.HH.·. en verdad, y de todo corazón se los digo, vivamos el presente, estemos en el lugar donde debemos estar y mantengamos el orden para que el Plan Divino se manifieste en este plano material a través de nosotros. Preparémonos en cada momento para estar dispuestos a comenzar a trabajar, abrir trabajos, para que la obra se continúe día a día hasta terminarla. No nos emocionemos, manejemos nuestras emociones; no nos preocupemos ni estresemos, dominemos nuestras pasiones. Trabajemos con constancia y con disciplina para que no sólo seamos libres, sino también que vivamos entre libres. Sólo se cree aquello que se practica, tu verdadera religión comienza donde termina el sermón.[5] Hagamos más, callemos más.[6]
[1] Lucio Aenno Séneca , De Brevitate Vitae, 1-2
[2] Ibid., 8
[3] Carlos Díaz Hernández, Cristianismo y Personalismo, Ediciones Religión y Cultura, Buenos Aires, 2012, p. 79
[4] Ibid., p. 110
[5] Ibid., p. 94
[6] Ibid., p.93
Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores.
Jean Jacques Rousseau
Jean Jacques Rousseau
M.·.M.·. Hamal